sábado, 2 de enero de 2010

Nuevamente

_Sujete con fuerza las bolsas del supermercado, hacían falta sólo unos metros para que el taxi arribara a nuestro hogar vileño, esa noche nos relajariamos, beberiamos, reiriamos, seriamos felices, mas en lo absurdo de mis pretenciones algo cambio, algo altero todo nuevamente, el taxi se acerca a la casa y una figura nos espera, son sus ojos, sus labios, él ha vuelto.
_Mis ojos fijos en su figura, mi boca simplemente es capaz de pronunciar su nombre a duras penas, me aferro a las compras y bajo del auto con las otras niñas, creó que todo caera, que hare el ridiculo por su precencia, las demas niñas lo saludan, yo sólo atino a buscar la llave y entrar a la casa, Dios, tiemblo, sudo, mis mejillas se colorean y no puedo abrazarlo, no puedo besar su boca, ni estrecharlo contra mi cuerpo, mi respiración se agita y sólo puedo observar a Catalina, mi querida amiga parece incluso más consternada con su precencia, no sé como enfrentarlo, me asusta, quiero ser feliz con su sola estancia en nuestro hogar pero no puedo evitar desearle, trato de contenerme, siento que me acerco a él y no mido mis impulsos, el calor me estresa, necesito cambiarme, necesito ser yo sin estas ropas, así que me retiro para cambiarme, para tratar de estar a gusto y poder por fin sonrerir con plenitud en mi cuerpo sin tener que evitar mis emociones (para variar) junto a él, junto al hombre que aun me debilita, que embeleso mi corazón y me hizo saber que aun podía querer a alguien más, que podía ser feliz en otros brazos.
Busque mis jeans, desarme la maleta tratando de encontrar algo decente para arriba y mientras lograba calzarme los zapatos mi puerta se abrio con sutileza, mis ojos se toparon con él, nuevamente temble, ¿Qué hacía ahi?, no lograba entenderlo, mire al suelo y entonces note tu sonrisa por el ravillo de mis ojos, entonces comprendi que querias, cuando apretaste mi cuerpo al tuyo, cuando tus labios fueron mios nuevamente, cuando dijiste que me querias en tu cama esa noche y enfrente tus palabras a medias queriendo que te quedaras en la pieza y lo hicieramos en ese instante sin importar que estaban todos a unos pocos metros, que cualquiera podia irrumpir sin aviso; en aquellas caricias me deshice sin poder dar explicación a la facilidad de mis cariños, al entusiasmo de mi cuerpo, sería tuya nuevamente y nada me importaba.

_A la noche vamos a estar juntos...
_Tus palabras me desarmarón.
_Te di un último beso y fui feliz mientras una sonrisa desconfiguraba mi rostro amargo.

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