_Trecientos kilómetros al sur mis sentimientos por aquel se diluian, no podía dejar de prestarle atención a aquel joven desaliñado y de actuar desatinado, no podía evitarlo y sin embargo sabía cuan imposible era quererlo a èl, a los hombres, a cualquiera.
_Luego de la sexta cerveza y de un caño a medio consumir Antonia abandono el comedor dejandonos solos con el trago a medias y la borrachera en curso, golpeamos su habitación y no respondio, en ese instante nos quedamos mudos mirandonos, sigamos me dijiste y te acompañe para seguir bebiendo.
_¿Has bajado a la terraza?- me consultaste retoricamente, negue con mi cabeza evitando fijar la vista en sus ojos marrones, vamos, me dijiste entonces, y yo me tome de tu mano para decender aquella pseudo colina, la aprete con vehemencia, Dios, cuanto te queria...
_En lo pleno del invierno aquella noche era infinita, me aferre a tu cuerpo cual niña tu me abrazaste y yo en mi desesperado cariño que aprete contra tí tratando de salvaguardar aquel instante para siempre, demasiada cerveza, uno o dos caños que no consumi, uno o dos cigarrillos que fermentaban en mi boca, no lo sé pero de alguna forma supe que debía subir mi cabeza y estar a tus movimientos, mi rostro pegado a ti, temía por mi, temblaba en por un susto que no lograba cuantificar, titubee, fue en ese instante cuando me besaste por primera vez, yo endeble, asustada por ese contacto apenas entendía tu accionar, pero mis movimientos continuaron y tu beso fue gratificado, no podía, no sabía cuan cerca estaba de cambiar todo en mi vida.
_Una vista exquisita acompañaba nuestras caricias, el en su devenir constante era el unico sonido que disfrazaba nuestros suspiros, Antonia dormia profundamente a unos pasos y sin embargo yo no me negaba a continuar, cuanto querer, cuanta ansia, fue entonces cuando me tomaste la mano e insisiste en salir de allí, vamos a mi cuarto me sugeriste, yo retrocedi, ¿Qué estaba haciendo? me cuestione para mis adentros de inmediato, me encantaba ese hombre, pero yo aun era una niña, aun era imperfecta, ¿Acaso el tiempo de espera acaba de llegar a su vencimiento?.
_Luego de la sexta cerveza y de un caño a medio consumir Antonia abandono el comedor dejandonos solos con el trago a medias y la borrachera en curso, golpeamos su habitación y no respondio, en ese instante nos quedamos mudos mirandonos, sigamos me dijiste y te acompañe para seguir bebiendo.
_¿Has bajado a la terraza?- me consultaste retoricamente, negue con mi cabeza evitando fijar la vista en sus ojos marrones, vamos, me dijiste entonces, y yo me tome de tu mano para decender aquella pseudo colina, la aprete con vehemencia, Dios, cuanto te queria...
_En lo pleno del invierno aquella noche era infinita, me aferre a tu cuerpo cual niña tu me abrazaste y yo en mi desesperado cariño que aprete contra tí tratando de salvaguardar aquel instante para siempre, demasiada cerveza, uno o dos caños que no consumi, uno o dos cigarrillos que fermentaban en mi boca, no lo sé pero de alguna forma supe que debía subir mi cabeza y estar a tus movimientos, mi rostro pegado a ti, temía por mi, temblaba en por un susto que no lograba cuantificar, titubee, fue en ese instante cuando me besaste por primera vez, yo endeble, asustada por ese contacto apenas entendía tu accionar, pero mis movimientos continuaron y tu beso fue gratificado, no podía, no sabía cuan cerca estaba de cambiar todo en mi vida.
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